¿POR QUÉ LOS DIÁLOGOS DE PAZ ES LA MEJOR SALIDA PARA COLOMBIA?

La sociedad colombiana camina hacia la paz y la coexistencia democrática, requiere más que la voluntad de las organizaciones guerrilleras de desistir del uso de la violencia. Pero, hay que aclarar, que la guerrilla no es el único grupo protagónico del conflicto armando, ya que en nuestro territorio desafortunadamente está invadido de diferentes actores armados: las estructuras paramilitares, narcotraficantes, bandas criminales que operan en las urbes. Pues todas ellas obedecen o dicho de otro modo, son el resultado de las malas acciones que el estado ha cometido durante años anteriores. Lo más determinante es el acceso democrático a la tierra, ejemplos de ello, fue la aparición de los grupos insurgentes en los diferentes países latinoamericanos en décadas anteriores (Nicaragua, Guatemala, Chile, Salvador entre otros). Que buscaban una verdadera reforma agraria y que por esto trajo en sí, conflictos armados entre grupos revolucionarios contra el régimen estado.
Colombia se encuentra en esa tipo de repercusiones históricas de la lucha por una mejor redistribución tierra, tal como afirmaba IVAN MARQUEZ en su discurso en Oslo Noruega “concepto tierra está indisolublemente ligado al territorio son un todo indivisible que va más allá del aspecto meramente agrario y que toca intereses estratégicos, vitales, de toda la nación. Por eso la lucha por el territorio está en el centro de las luchas que se libran hoy en Colombia”.
En resumidas cuentas, el principal problema como lo decíamos anterior mente es la tierra, por el actual modelo de desarrollo económico, que es el neoliberal, quienes muchos de los sectores de oposición en un comienzo de la década de los noventa repudiaban. Mientras tanto, miembros de la aristocracia de visiones cortoplacista, empezaron a verlo como el salvador de la patria. Pero, sin duda alguna, terminó sucumbiendo en la inequidad y pasar hacer el tercer país más desigual de américa. En este sentido, se puede decir, “que la cura resulto peor que la enfermedad”.
El clima que vive nuestro país en los actuales diálogo con el grupo insurgente FARC. Se puede decir, que es un paso positivo para las ambas partes, aunque muchos ven esto como un proceso de progresivo de empastelamiento y confusión de lo que representa la añorada paz, sea esfumado, se volvió un fantasma inaprensible, multitudinario, traslativo, porque ya nadie cree en la paz, oh algunos creen en ella por su volátil subjetividad, o si el contenido de lo que nosotros llamamos paz solo es posible a través de la radical guerra. Este negativismo con que muchas personas cercenan por los anteriores diálogos frustrados, hace sentir el volumen de desesperanza.
No obstante, nosotros como verdaderos ciudadanos de Colombia debemos afrontar estos diálogos con mucho optimismo, comprender mejor el contexto social en donde se vive el conflicto, reflexionar sobre el curso de los acontecimientos y sentirnos motivados a participar activamente en diversos niveles en la resolución de los problemas de la sociedad.
En consecuencia, se busca que mediante estos diálogos se tomen buenas determinaciones sobre las problemáticas sociales en el que nuestro país se encuentra sumergido: conflicto armado interno, pobreza, el modelo desarrollo económico, la corrupción política, el narcotráfico, destrucción del medio ambiente, entre otras. Aunque el problema radica en el modelo de desarrollo económico, es necesario reestructurar la forma como este, se está impartiendo, así pues, contemplar un modelo integrador, que reduzca los índices de disparidad entre las regiones y minorar la pobreza.
Por consiguiente, el verdadero reto consiste en extirpar ese cáncer de guerra, como consecuencia del modelo el actual de desarrollo económico, que por varios años imperó en nuestro medio, calificado, como hacia afuera, caracterizado por la reducida injerencia del estado y que permita que la milagrosa iniciativa pública y privada logre un crecimiento económico.
A pesar de estas variantes, la constitución política de Colombia del 1991 consagro en su artículo 22 “la paz en un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, en este sentido, a pesar de ser el mayor anhelo nacional, alcanzar la paz se ha convertido en una de las empresas más complicadas de manejar, en donde el mayor porcentaje del presupuesto nacional se destina hacia las fuerzas armadas, descuidando así, otros sectores como la Educación, la Salud, y la Inversión social. Sin embargo, la misma constitución nos abre grandes espacios y posibilidades para que los colombianos edifiquen un nuevo país y una nueva sociedad; una nación donde sus diferentes ciudadanos logren trabajar en equipo, para relacionarse social-mente y desarrollarse en un sentido más humano e integral.
Es así como la educación, está llamada a ser un eje fundamental y primordial en la transformación social, democrática y participativa. Para ello, se pretende propiciar ambientes de aprendizaje, análisis crítico, ajustes progresivos y propositivos, que ayuden a ser capaces de afrontar las problemáticas actuales. Además, invita a crear, explorar y a creer que son viables y posibles otras y mejores formas de actuar, de vivir con calidad y de relacionarse con el entorno. Del mismo modo, resaltar los valores fundamentales como el respeto a la vida, a la diferencia, a la tolerancia, a la justicia, al hacer énfasis en que somos entes únicos y que debemos respetar el pluralismo la diversidad étnica y cultural en la toma de decisiones, ser libres dentro de un orden basado en normas.
Así como plantea Norberto Bobbio “los diálogos democráticos solamente son posibles cuando no existe desigualdad excesiva y que en ellos no se trata de conseguir todos los derechos sino de buscar los derechos básicos para todas y todos”.
Partiendo de este monumental prejuicio suscitado por el deseo bienhechor, se busca la imperiosa necesidad de trabajar por la paz, y que la paz no solo es un asunto del estado y la guerrilla sino desde los diversos sectores de la sociedad exijan y trabajen, ya que la añorada paz es un asunto que nos compete a todos.
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