LA LIBERTAD DE MERCADO REQUIERE DE UNA MORAL Y UNA CULTURA

Es evidente el avance económico que han tenido los países latinoamericanos en la aldea global, esto refleja las buenas decisiones en la política económica: economías de mercado, democracia política, participación e inclusión de las minorías, respeto a la libertad individual, distribución eficiente del gasto público, una política exterior fuerte, acuerdos bilaterales y multilaterales. Son muestras en que los gobiernos han hecho énfasis en integrar cada ves más sus economías, respetando sobre todo el derecho a la libertad. Salvo algunos países como Venezuela y Cuba, quienes siguen golpeando radicalmente el concepto de libertad. Concepto que engloba un sin número de definiciones y que hoy día es ambiguo o difuso, pero es un derecho que goza toda persona, mas aún en un estado de derecho, amparado por el mismo sometimiento a la ley, preservando los derechos de los ciudadanos, muy por encima de la arbitrariedad y despotismo de un gobierno.
No obstante la libertad que mencionamos, es precisamente la que menos ponen en práctica los gobiernos Autoritarios, Socialistas y Comunistas. Por las excesivas regulaciones, prohibiciones y hasta expropiaciones en el mercado, generando así, la animadversión política.
Si bien es cierto no debemos desconocer en economía la ley de la oferta y la demanda, según esta ley los mercados necesitan ciertas regulaciones, de tal forma se mantenga el punto de equilibrio, sin que la demanda no supere a la oferta, viceversa. De esta manera el funcionamiento del mercado opera satisfactoriamente, siendo el estado el principal protagonista para mantener el equilibrio, sin excederse en sus funciones tal como como la teoría económica nos enseña, " sólo el estado puede restaurar los desequilibrios económicos" o como dice el presidente Barack Obama "cuando un avión presenta problemas y hay que aligerar su carga, es bueno no desprenderse de los motores" tomando esta frase metafórica nos lleva a inferir que el estado es el principal motor en dilucidar salidas profundas en la economía de un país, respetando las libertades individuales.
Sin embargo, suprimir las libertades de las personas de manera iracunda como suelen pregonar algunos gobiernos, no ayudan en nada en el desarrollo económico de un país. Los mercados más que regulaciones y prohibiciones, necesitan una moral y una cultura tal como lo expresa Mario Vargas Llosa, copartidario de sus ideas sobre la libertad de los mercados y como creyeron los grandes pensadores liberales de la historia, empezando por Adam Smith, terminando por Friedrich Haye, Milton Friedman, consideraron que la libertad de mercado requiere una intensa vida cultural y espiritual de la sociedad, para que el funcionamiento del mercado no desborde y no destruya los valores y funcione de una cierta moralidad. Eso lo dijeron los grandes pensadores liberales empezando por Adam Smith, quien empezó a escribir un tratado de moral que de economía. Esa preocupación por la moral y por cultura es la constante en el pensamiento liberal. Cuando la cultura se deteriora, la moral se deteriora. Entonces el mercado empieza a funcionar de una manera que desborda todo freno, desborda cierta moralidad, cierta legalidad, por culpa fundamentalmente por esa rapacidad, esa codicia, se producen esos fenómenos en los grandes centros del capitalismo. En este sentido, los mercados deben estar regulados no por prohibiciones y regulaciones extremas, sino por una moral y una cultura que los oriente en esa buena dirección.
En concordancia con lo anterior, los mercados como el nuestro deben estar orientados por esa moral y esa cultura, y, quien más que el estado, funcione desde sus instituciones públicas, generando cultura en los ciudadanos y en sectores privados, sin que estos burlen o escamoten las cosas. Así pues lograremos que los mercados funcionen de manera efectiva en la sociedad y no caer en esas especie de ave de rapiña que representa el desenfrenado consumismo de la irracionalidad de las personas en los mercados actuales.
Christian Bonilla Puertas
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